"La oportunidad que Dios me dio"

Maria Alexi Mora, sobrevivió al cáncer y dedica su testimonio de vida a Dios.
María Alexi Mora tiene 47 años y sobrevivió al cáncer de seno, ella nos cuenta su testimonio de vida y cómo fue contarle a sus seres más queridos sobre su condición.
Un día rompí en llanto frente a la ventana de mi oficina, no podía creerlo, había superado mi enfermedad, pero el proceso para llegar a ese punto fue doloroso. Aquel día en la cafetería de Compensar presentía que tenía cáncer, de hecho ya lo sabía, nadie me creerá, pero en un sueño vi a mi madre, que murió de cáncer a mi misma edad y a una amiga que sufrió de esto dos veces, ellas fueron como las anunciantes, por eso cuando los médicos me dijeron, no me sorprendí. Al saber la noticia, bajé a la cafetería, mi esposo me esperaba y cuando cogí sus manos le dije: "tengo cáncer". Él se quedó callado y luego me dijo que estaría conmigo en todo y así fue.En mi familia fue muy fácil esparcir la noticia, mis cuatro hermanas y mis tres hermanos se enteraron debido a mi hermana Idalid, a quien cariñosamente llamamos 'Lala'. Ella es un gran apoyo y cuando se conoció sobre mi enfermedad, Lala y todos mis hermanos no tuvieron que decir muchas palabras, pues el apoyo de ellos se podía sentir con cada abrazo. Pero ni todos los dolores de la quimioterapia serían tan molestos como contarle a mi hijo, Santiago, que por esos días apenas tenía 4 años.El día que le dije a mi hijo ya estaba rapada, no esperé a que se me cayera el pelo y decidí ahorrar tiempo. Con el pelo que me quitaron me hicieron una peluca y mis hermanos en broma me regalaron otra. Mi hijo se escondió de mí, él sabía que algo estaba mal y por eso decidí sentarlo y contarle que su mamá estaba enferma, pero que con la ayuda de Dios iba a estar curada muy pronto. Santiago no dijo mucho, sino hasta unos días después, mientras yo sufría los dolores de la quimioterapia, él se hizo a mis pies y me dijo: "Mamá, tienes que curarte, porque ahí está un parque que nos está esperando". Después de tantos tratamientos y una operación, me recuperé. Cuando desperté de mi operación sabía que estaba bien y solo atiné a decirle en tono de broma a toda mi familia: "una la tengo talla 36 y la otra talla 34".Mi enfermedad no fue culpa de Dios, fue una prueba, una que superé, ahora tengo una segunda oportunidad. En ninguno de mis días de cáncer dejé de arreglarme, trabajé hasta donde más pude para distraerme, por eso, mi consejo es: crean en Dios, no se dejen vencer y lloren cuando se hayan recuperado, porque una vez estén bien la vida vuelve a comenzar.

Publicado por El Tiempo, Colômbia, 26 de septiembre