Ser optimista favorece que afrontemos mejor los obstáculos que se interponen en nuestro camino. Nos hace ser más resilientes (saber adaptarnos mejor a las circunstancias difíciles) y también influye en nuestro estado de salud y esperanza de vida. Además, según varias investigaciones, el optimismo estimula la producción de un neurotrasmisor, la dopamina,
Ser optimista favorece que afrontemos mejor los obstáculos que se interponen en nuestro camino. Nos hace ser más resilientes (saber adaptarnos mejor a las circunstancias difíciles) y también influye en nuestro estado de salud y esperanza de vida. Además, según varias investigaciones, el optimismo estimula la producción de un neurotrasmisor, la dopamina, que anima y motiva, por lo que nos acerca a ese querer exprimir la vida al máximo.
Creatividad

Muchos de los planes que podíamos realizar hace más de un año ahora son impensables. Toca tirar de imaginación para que, con las herramientas de las que disponemos, sigamos pensando que nuestros días merecen la pena. Realiza una lista con los hobbies que te gustan y que puedes realizar en casa: escribir, leer, pintar, coser, cocinar…
«Es importante planificar y organizar adecuadamente para que no se escape el tiempo. También hay que dotar de más espacio a actividades placenteras y dedicadas a nuestro cuidado personal, alimentándonos más sano, pensando nuestras comidas y encontrando momentos para la relajación«, advierten las expertas.
Conservar las amistades

Ya sea confinados o con las reuniones limitadas en horario y número de personas, lo cierto es que nuestros encuentros sociales distan mucho de lo que fueron. Lejos de tirar la toalla, debes impulsarlos más que nunca. Si no es posible físicamente al aire libre (con todas las medidas de seguridad), opta por las videollamadas. Puedes servirte un té y tomarlo cómodamente en el sofá mientras tus amigos hacen lo propio en sus casas. Las pantallas de vuestros móviles os facilitarán la quedada virtual.
El autocuidado y mantener el contacto con las personas que queremos son fundamentales.
Hacer de lo ordinario algo extraordinario

Esta situación, aparte de ponernos a prueba y llevarnos al límite en muchas ocasiones, nos está sirviendo para darnos cuenta de lo que es realmente importante. Si miramos a nuestro alrededor «con otras gafas», podremos apreciar que el día a día está lleno de momentos especiales que no se volverán a repetir: el silencio de las noches, pasar más tiempo con nuestros hijos si estamos teletrabajando…
La calma y la paciencia se han colado en nuestras casas para acabar con la vida frenética que llevábamos anteriormente. Las rutinas pueden convertirse en momentos verdaderamente placenteros y especiales. Solo hace falta echarle un poco de imaginación. La psicóloga Julia Vidal nos pone un ejemplo: «En vez de tomarte el café deprisa, hazlo frente a la ventana, en tu taza preferida y con algo de música de fondo. De este modo, obtendremos cinco minutos de desconexión en el que disfrutaremos plenamente».
El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido, haciendo lo que nos gusta y estimula.
Ver el vaso medio lleno

Existen motivos para tener más presentes en nuestras conversaciones los aspectos negativos que los positivos de lo que nos está sucediendo. Sin embargo, es necesario e importante dedicarles tan solo un espacio. Hablar de nuestros miedos, preocupaciones y frustraciones nos sirve de «ventilación emocional», pero no debe suponer el centro de nuestras charlas. Pon el foco en las cosas buenas que están ocurriendo y que pasan desapercibidas.








