Estoy a trés dias de cumplir 50 años muy bien vividos. No me arrepiento de nada que haya hecho. Me siento plena, casi completa...
Ese "casi" es porque ese cáncer me ha ocupado tiempo y pensamientos. Me siento estúpida, a veces, pensando ciertas cosas. Estúpida para no decir que estoy asustada. No es para menos... Nunca en mi vida tuve miedo a nada, ni cuando tuve mi primer cancer. Parece que ahora Diosito me está probando, quiere que yo llegue a mi limite y me está provocando para vencer más este dilema!
Algunas personas sanas juegan en una tirolesa, un bung-jumpee, se avientan de un paracaídas y desafían sus propias vidas poniendo sus vidas en riesgo. Hablando de límites, yo siempre he vivido dentro de ciertos límites, y sé que mi vida es muy preciada para manejar con sueño, drograrme o arriesgar mi vida en cualquier deporte radical. Lo más radical que hice en mi vida fue agarrar un flotador de llanta de tractor y dejarme llevar por la corredera de un río. Ahora lo llaman rafting... Tal vez yo tenga una vida mediocre hoy, cuidando de la casa, los perros y el marido, escribiendo aquí y allá, pero nunca desafié a la vida.
En estos momentos que escribo sin pensarlo, me viene a la mente el monólogo famoso del personaje de Rutger Hauer en Blade Runner donde en sus últimos momentos de vida él se muestra fascinado por las experiencias, por la belleza ante el desconocido y la grandeza de ser humano. En aquel momento final de la película, un replicante tiene más deseo de vivir que cualquiera humano.
"Es toda una experiencia vivir con miedo, no es cierto? En eso consiste en ser un esclavo", dice el replicante al policial, visiblemente aterrado ante la posibilidad de caer al vacío, poco antes de recitar su último monólogo. (lea el artículo completo aqui)
Siempre me acuerdo de este final de película porque para mi es una referencia: nadie amará a la vida más que a uno mismo. Como el replicante en la ficción, amo a la vida más que a nadie. Mismo después del cáncer en 2007, me enorgullecía tener una mejor salud que otras personas que nunca tuvieron cancer. Pero, esta vez, el cáncer me ha regalado esa sensación de impotencia, de depender de drogas quimioterápicas para tratar de sanarme. No las temo, ya pasé por eso una vez, pero me preocupa que otras secuelas se sumarán a las que ya tengo.
No estoy saludable ahora mismo porque tengo este cáncer que afronta mi vida, pero hay cosas que puedo hacer para ayudar mi cuerpo a asimilar a los químicos: puedo alimentarme mejor, hacer ejercicio con regularidad, hacer meditación, ser más positiva aún y bajar de peso. La cura no es nada saludable porque destruye células sanas y malas, pero puedo combatir esos efectos colaterales con una dieta sin azúcares y carbohidratos - recomendación de mi tio, Ettore Pinotti, que es medico y entusiasta de la medicina alternativa y ortomolecular - , jugos desintoxicantes y una vida saludable, llena de amor.
Ya hice las paces con Dios, pero cuando me pongo a pensar en esta recaída, aún me siento incrédula. Mi vida está en mis manos y solo yo puedo hacer con que ese mecanismo de reloj gire a mi favor. Este es el momento del gran cambio, ya no quiero ver mi vida pasar a través de la ventana de un tren en movimiento. Pase lo que pase, voy a recuperarme, voy a vencer más este desafío!