Tomar o no tomar tamoxifeno, eis la cuestión!
En mi última cita con Dr. Omar me acompañó una amiga, Priscilla. Ella tuvo un tumor raro en la cabeza hace ocho años, pero se trató en los EUA donde le dieron radioterapia en toda la columna. Priscilla no entendió nada cuando me vió llorar al visitar la capilla del hospital. En un rincón rezando estaba una compañera de quimio, ahora se me fue su nombre. Y mientras miraba una vez más a la pintura en la capilla, los recuerdos llegaban sin pedir permiso. Mi mente hacia una retrospectiva, regresaba en un tiempo en que no sabía al cierto como manejar toda esa información de que estaría tratándome de un cáncer de seno por un año o dos. Me parecía una larga jornada en aquel entonces. Lloré, lloré, lloré... Priscilla me preguntaba porque lloraba y mal yo conseguia hablar. Solo pensaba en tantos motivos que tenía aquel llanto fuera de hora. Creo que hasta hoy mi amiga no logró entender que es lo que me pasó. Era algo tan singular y al mismo tiempo tan banal que solo cuando uno vive una experiencia como la que yo vivi solita podría explicar. La pintura donde Dios está segurando las manos del cirujano que extirpa el mal del paciente, me despertó una serie de sensaciones...








